Poriferos y cnidarios

Poriferos y cnidarios

El nombre de los poríferos deriva de la presencia de poros diminutos en sus cuerpos. El agua con partículas de alimento es llevada a la cavidad interna de la esponja a través de estos poros y es expulsada por los ósculos. El agua se desplaza, dentro de la esponja, por el efecto de las corrientes locales y por el batir de los coanocitos. El collar de cada coanocito está constituido por aproximadamente 20 filamentos retráctiles y rodea al único flagelo, cuyos latigazos envían una corriente de agua a través de los filamentos. Las partículas diminutas son filtradas, se adhieren a uno o más filamentos y luego son conducidas al interior de la célula para su digestión. Una esponja de 10 centímetros de altura filtra más de 20 litros de agua por día. Una esponja representa un nivel de organización intermedio ya que sus células no están organizadas en tejidos o en órganos. La superficie externa de una esponja está revestida de células epiteliales que se irritan al contacto con sustancias químicas y cierran los poros y canales. Entre las células epiteliales y los coanocitos hay una capa intermedia gelatinosa, en la cual están los amebocitos que intervienen en la reproducción, producen el esqueleto de espículas y llevan partículas de alimento desde los coanocitos a otras células. Todos los procesos digestivos de las esponjas se realizan dentro de células individuales.

Entre los cnidarios hay dos formas corporales básicas: el pólipo en forma de vasija y la medusa en forma de cuenco. El cuerpo del cnidario tiene dos capas de tejido, la epidermis y la gastrodermis (del griego epi, "sobre" o "encima" y gaster, "estómago"; derma, "piel"), con una mesoglea (que es una substancia viscosa) entre ambas. La gastrodermis conforma una cavidad gastrovascular que tiene una única abertura.
Los cnidocitos -células especializadas situadas en los tentáculos y en la pared del cuerpo- son un rasgo distintivo de los cnidarios. Un cnidocito contiene un nematocisto, formado por una cápsula con un tubo espiralado en su interior. Una suerte de gatillo en el cnidocito, en respuesta a un estímulo químico o mecánico, hace que el tubo se evagine. Los filamentos tubulares de los nematocistos pueden ser venenosos, pegajosos o estar provistos de púas que paralizan, enlazan o detienen a las presas. La toxina, aparentemente, produce parálisis porque ataca las lipoproteínas de las membranas de las células nerviosas de la presa. El cnidocito no puede ser "recargado"; se reabsorbe y crece una célula nueva en su reemplazo.