Los animales y el hombre

Los animales y el hombre

 

Agricultores arando. Cámara funeraria de Sennedjem Agricultores arando. Cámara funeraria de Sennedjem

La profusa aparición de animales en todas las manifestaciones culturales del hombre, y en los más diversos ámbitos de las mismas, tiene su razón de ser en todo lo que éstos nos aportan o nos hacen sentir, bien porque los necesitamos, porque nos dan miedo, porque influyen en nuestra salud, porque forman parte de nuestro acervo cultural o, simplemente, porque nos gustan.

En la noche de los tiempos

La relación del hombre con el resto de las especies animales tiene una antigüedad que se pierde en la noche de los tiempos. Durante muchos millones de años, a lo largo de la evolución de los primates y de las primeras especies del género Homo, el vínculo que unió a estas especies con el resto de la fauna fue, simplemente, una relación predador-presa, en la que los primates representaban el papel de presa en la mayor parte de las ocasiones.

La evolución del género Homo hasta llegar a nuestra especie actual, Homo sapiens, fue un largo camino en el que el desarrollo de la inteligencia, la utilización de instrumentos cada vez más complejos y el uso del fuego hizo que los humanos cambiaran el papel de presa por el de gran predador. Durante varios miles de años, nuestros antepasados directos se fueron dispersando por todo el globo, manteniendo la caza de animales y la recolección de frutos como aportes fundamentales de su dieta. Es también en esta época cuando tuvieron lugar las primeras extinciones de animales, especialmente de grandes herbívoros, provocadas por el hombre.

La domesticación neolítica

Con mucha probabilidad, el primer animal domesticado fue el perro (una subespecie del lobo salvaje), hace nada más y nada menos que 30.000 años. Pero el paso decisivo tiene lugar a finales del Paleolítico (hace unos 11.000 años), cuando empieza a producirse la domesticación de grandes herbívoros. El sometimiento de estos animales irá acompañado del abandono del nomadismo y del establecimiento de las sociedades agrícolas y ganaderas.

Esto cambiará para siempre los vínculos del hombre con el resto de la fauna; a partir de ese momento los animales compartirán la vida cotidiana del hombre, le ayudarán en su expansión y desarrollo y, en algunas ocasiones, llegarán a dar sentido a determinadas culturas (como es el caso de los caballos y los gauchos, en La Pampa argentina; o el de la cultura ganadera de los Masái, en África oriental).

Animales indispensables...

Gracias a los animales cubrimos muchas de nuestras necesidades básicas: alimentación, abrigo, utensilios, fuerza de trabajo, etc. En primer lugar, como parte fundamental de la dieta, desde hace miles de años, el ganado (vacuno, ovino y porcino, principalmente) proporciona carne y lácteos, lo que supone un aporte casi indispensable de proteínas y grasas a la alimentación humana.

De hecho, tal como afirma el biólogo Jared Diamond en su maravilloso Armas, gérmenes y acero, fue esta nueva disponibilidad de proteínas animales, más accesible que la caza, lo que en el Neolítico permitió avanzar a las nuevas sociedades ganaderas (que por ejemplo podían tener más hijos) e imponerse a las sociedades cazadoras-recolectoras.

Además de contribuir a la dieta, los animales domésticos suministran materias primas como lana, pieles, cuernos, huesos, etc. Y no hay que olvidar, que también son empleados desde antaño como fuerza motriz y de carga en las labores de la tierra, en la exploración de nuevos territorios o en la guerra.

... y animales queridos

Sin embargo, la relación hombre-animal ha ido mucho más allá de la mera cuestión materialista. En ocasiones, posiblemente como premio al buen servicio prestado, esa relación se tornó afectiva. Fue entonces cuando el hombre empezó a poner nombres propios a las bestias, a cuidarlas con especial esmero y, en definitiva, a quererlas. Esta situación llega a grado sumo en el momento en el que el hombre acoge a determinados animales en su hogar, sin requerirles a cambio ninguna función, exceptuando la de su propia compañía. Aparecen así las mascotas.

Parte de nuestras vidas

Tras miles de años entre nosotros, los animales ocupan un lugar destacado en todas las culturas del mundo. Todos los sistemas mitológicos y leyendas están plagados de animales que aparecen como símbolos de nuestra relación más profunda y atávica con la naturaleza. Multitud de tradiciones populares y ritos religiosos se hallan ancestralmente asociados con distintas bestias.

Dos de los símbolos de nuestra cultura actual, la literatura y el cine, han encontrado en los animales a los protagonistas de extraordinarias historias: Rocinante, Moby Dick, Colmillo Blanco, Platero, Bagheera, Rin Tin Tin, Tiburón, Chita, Lassie, Flipper, Willy, y un inmenso etcétera no son sólo nombres de animales famosos, son recuerdos de nuestras vidas.

 

Bien sea porque los necesitamos, porque los tememos o porque los amamos, lo que es indudable es que tras miles de años acompañándonos en la aventura de la Historia, los animales son ya parte de nosotros mismos.