La vida en los desiertos

La vida en los desiertos

La vida en los desiertos

El Sahara es el desierto más grande del planeta; alberga de mala gana varias especies de animales y de plantas. Mide desde el Mar rojo, pasando por el Nilo, hasta el Atlántico 5000 Kms; ostenta la temperatura más alta registrada: 58° C a la sombra. Sólo una parte es de arena, el resto es piedra y gravilla, con montañas y canales que testimonian la antigüa presencia de abundante agua y vegetación; de hecho se han conservado unas pinturas rupestres que datan de hace unos 5000 años y que muestran habitantes y cazadores, además de abundantes antílopes y otros rumiantes; así mismo, se conservan unos pocos cipreses en unos desfiladeros que tienen una edad entre 2000 y 3000 años.

El origen de los desiertos

Se explica el origen del desierto, o de la desertificación, por un cambio climático iniciado hace un millón de años, con el final de la era glacial; el planeta se fue calentando y las lluvias se fueron retirando cada vez más hacia los polos; los lagos se secaron, el viento se llevó la tierra fértil, los animales migraron hacia zonas con vegetación; “una llanura extensa y fértil se transformó definitivamente en roca desnuda y arena”; se supone que este proceso se ha repetido en ciclos, pasando por fertilidad y aridez.

También se explica el origen de los desiertos por el régimen de vientos y por la desigual cantidad de calor recibida por la tierra; entre los trópicos hay mucho más calor que fuera de ellos, hay también mayor evaporación; el aire caliente, además de subir, también es capaz de transportar más humedad que el frío, por eso, cuando el aire húmedo ascendente se enfría, el agua cae en forma de lluvias antes de alcanzar la zona de los trópicos Mapa de los desiertos(de cáncer y capricornio), que es donde se encuentran todos los desiertos; el aire caliente sigue subiendo, pero con el agua totalmente agotada, hasta que empieza a descender, en la zonas límites de los trópicos, evaporando toda el agua que encuentre a su paso.

Las zonas áridas no son perfectamente simétricas con los trópicos de cáncer y capricornio debido a las irregularidades topográficas: extensión de los continentes, cadenas montañosas o llanuras; pero siguen el mismo esquema. En América, Sonora y Mojave al norte, Atacama al sur, el Sahara al norte de África, y el Kalahari y el Namib más al sur; en Asia “los desiertos del Turkestán y la India central son paralelos a los grandes desiertos del centro de Australia”, al otro lado de las selvas del sudeste asiático.

La ausencia de nubes y de lluvias no solo provoca mucho calor durante el día sino también un frío intenso en la noche por la falta de vegetación capaz de entregar o retener el calor. Estas temperaturas extremas hacen aún más difícil la vida en los desiertos. Pero como siempre, la naturaleza y el tiempo han sabido ingeniárselas; primero partiendo por lo más simple: evitando el calor del día, los animales alimentándose por la noche o en los extremos en que el sol es compasivo. Permanecen todo el día en sus refugios.

Los animales del desierto

Lagarto Monstruo de GilaEn el Sahara gerbillos y gerbos son roedores fitófagos que salen solo en la noche; los geckos (una especie de salamandra) son insectívoros, salen por la noche y se calientan, como todos los reptiles, unas horas por la mañana y la tarde, pero no más. Hay cazadores, como el zorro fenec, mamífero de grandes orejas, linces, hienas y lobos menores. En otros continentes hay animales semejantes, ratas canguro, zorros kit o coyotes. Avanzada la noche, los reptiles, que salieron antes, se retiran a sus escondrijos para no perder calor, mientras que los mamíferos pueden extender bastante más su estadía. El amanecer tiene sus animales característicos: el monstruo de Gila, uno de los dos lagartos venenosos del planeta, se mueve lentamente al principio, pero adquiere velocidad con el sol; caza polluelos, huevos e insectos, ratones adultos y crías, atrapados directamente en la madriguera; en Australia el diablo espinoso come hormigas; las tortugas del desierto salen por las mañanas. Pero los reptiles también sufren recalentamiento y deben protegerse del sol; el calor es tan seco que en una hora un hombre evapora un litro de agua sin darse mayor cuenta.

Medios para enfriarse y reducir la pérdida de agua

La ardilla de Kalahari hace sombra con su cola, la va ladeando en dirección al sol; otros animales enfrían su cuerpo utilizando alguna de sus zonas como radiadores: el zorro fenec, la liebre orejuda de América, el bandicut de Australia y un erizo del Gobi enfrían su sangre por medio de sus orejas, poniendo en contacto con el viento toda una red de capilares; otros animales utilizan un líquido para enfriar alguna de sus partes por evaporación, traspasando el calor corporal al líquido evaporado: el hombre enfría todo su cuerpo con el sudor, otros animales lo hacen jadeando, evaporando la saliva que así enfría su boca y garganta; otros lamen sus partes, como la tortuga, otros más orinan sus patas; en Australia los canguros lamen la parte interior de sus patas delanteras.

Las aves no tienen tanto problema, las plumas son un excelente aislante; y como se desplazan más rápido pueden alcanzar con cierta facilidad las fuentes de agua; de todos modos saben refrescarse también por la garganta, solo que no jadean agitando todo el tórax, como hacen los mamíferos, sino nada más la garganta. Pero todos estos métodos hacen perder agua, y en el desierto se trata de conservarla: por eso los excrementos de la fauna desértica son tan secos; el de camello se quema casi en seguida, el de reptiles es solo un polvillo; mientras que la orina del hombre tiene un 92% de agua, la de la rata canguro tiene solo un 70%; un lagarto del Sahara reduce su exceso de sal por las fosas nasales, casi sin pérdida de agua.

Zorro FenecVarios animales han logrado reducir tanto su pérdida diaria de agua que les basta con la que ingieren con el alimento, como en el caso del zorro fenec y el chacal a partir de la sangre de sus víctimas, de la gacela común a partir de la savia y de las ratas canguros desde las semillas; un par de especies son capaces de obtener agua a partir de la grasa en caso de emergencia; pero otras varias especies están “condenadas” a trasladarse diariamente hasta los pocos agujeros de agua, como los oryx, los canguros y muchas aves.

Muchas de ellas deben anidar relativamente cerca del agua; una de ellas, la ganga africana, recoge agua con las plumas de su vientre y se las lleva a los polluelos que chupan de ellas como si fueran mamas; solo el macho ganga tiene ese tipo de plumas; el correcaminos proporciona agua a sus polluelos en el momento de darles el alimento: los mantiene con la boca abierta, sujetando ambos la presa, mientras el progenitor libera líquido que proviene de su propio estómago; solo cuando el polluelo ha bebido se le permite comer. Los escarabajos del Namib (terebriónidos), negros de patas largas, son capaces de aprovechar el agua del rocío, colocándose patas arriba durante la noche: el agua corre entonces hasta su boca y luego la beben.

Las plantas del desierto

Las plantas, que no pueden esconderse, han desarrollado técnicas aún más ingeniosas; algunas inclinan sus hojas (como el acebo) de tal modo que la luz solo llega directa cuando el sol sale o se pone; excreta sal por las hojas, cubriéndolas de un blanco que rechaza la luz. Las plantas tienen el mismo problema por la obtención de agua: la creosota crece en el desierto de Atacama, y obtiene agua tejiendo una extensa red de raíces casi superficiales que atrapan toda el agua del los alrededores, a tal punto que no permite el crecimiento de ninguna otra a su alrededor en las zonas muy áridas, afectando a sus propios hijuelos: esto lo resuelve haciendo brotar clones alrededor suyo y formando anillos que se van ensanchando; por esta peculiaridad de crecer por medio de clones es que se la considera el ser vivo más antiguo del mundo, creciendo en el mismo sitio por más de 10 mil años.

Varias otras plantas suplen toda su falta de agua almacenando aquella proveniente de las esporádicas lluvias torrenciales, que ocurren más o menos una vez al año; casi todos los cactus usan esta técnica. Uno de ellos es el saguaro, cactus gigante que alcanza los 15 m de altura, sólo o ramificado, siempre en columnas cilíndricas y gruesas; cuando llueve se hincha, a tal punto que un saguaro grande es capaz de retener una tonelada de agua.

Saguaro GiganteEl enemigo numero uno de las plantas del desierto es la evaporación; algunas especies contienen hojas diminutas y con pocos estomas, pero otras, saguaro incluido, las han perdido completamente y han incorporado sus estomas al tronco, que por eso es verde; las espinas no solo cumplen el rol de proteger a los cactus de los predadores sino también, y quizás sobretodo, de crear un colchón de aire que disminuya la evaporación; sus estomas están además al fondo de los canales, y han desarrollado la capacidad de transpirar en la noche, cerrando gran parte de sus estomas durante el día. El saguaro utiliza entonces el agua muy gradualmente, esperando el próximo aguacero. Está también protegido contra el hombre, su savia contiene un veneno letal.

Otros cactus y otras plantas si ofrecen agua al viajero, y los indígenas son expertos en reconocerlos; a veces una muy pequeña plantita esconde un balón de agua, del tamaño de una pelota, bajo tierra. Saben también reconocer las potables de las amargas, que usan sólo para refrescarse el cuerpo.

También los hombres han cambiado su fisiología para adaptarse al desierto; un ejemplo de ello son las mujeres de nalgas grandes, donde acumulan la mayoría de la grasa: esto lo hacen porque la grasa dificulta la salida del calor desde el cuerpo, siendo mejor en ese caso almacenarlas en un sólo lugar. Hay una planta de hojas muy largas que parece un contrasentido para con todo lo dicho: la welwitschia del Namib; lo que ocurre es que es capaz de atrapar el agua del rocío mediante sus hojas, directamente, o haciéndola correr hacia su raíz; están en permanente crecimiento, como el cabello, pero a cierta distancia se van secando, aunque permanecen adheridas a la planta.

El efecto de la lluvia en los desiertos

Los desiertos transforman todo su paisaje cuando llueve, se vivifican velozmente, mostrando lo fértil de su tierra (los oasis son una demostración del potencial del desierto si lloviera en sus tierras); gran parte del terreno se puebla de flores de los más variados colores muy súbitamente: son las semillas que esperaban por el agua para florecer. Como a veces hay amagos de lluvia, muchas plantas han desarrollado encimas retardadoras del crecimiento que reconocen cuando hay agua abundante y cuando no; pero una vez que germinan deben hacerlo muy rápidamente, hasta alcanzar la madurez y entregar nuevamente semillas.

Con la lluvia también surgen sapos del desierto, en el desierto de Arizona, que habían permanecido diez meses enterrados a 30 cm debajo del suelo; salen por las grietas y se dirigen de inmediato hacia las charcas a llamar a las hembras; se aparean y se olvidan todos unos de otros, las hembras depositan sus huevos en las charcas y se dedican todos a saciarse de comida, pues no volverán a ingerir nada en diez meses; comen artemias, pequeños crustáceos traídos por el viento, y algas que han crecido a partir de sus esporas, al igual que los renacuajos, que crecen a una velocidad asombrosa: aparecen un día después de haber sido fecundados los huevos.

Según lo que coman, se desarrollarán distintamente: los que comen artemias, crecerán más rápido en un principio, serán carnívoros y devorarán a sus hermanos comedores de algas, pero si no sigue lloviendo los carnívoros tienen menos posibilidades de seguir creciendo, entonces los vegetarianos lograrán el desarrollo completo, que en la práctica consiste en desarrollar las patas suficientes como para saltar de la charca y no morir ahogados cuando se seque. Los jóvenes y viejos sapos empiezan a enterrarse cuando la lluvia cesa, sólo dejan sus fosas nasales al descubierto; en el intertanto, aves y lagartos gozan de un festín.

La vida en las dunas del desierto

Topo DoradoSólo una parte de los desiertos es de arena y de dunas; éstas se forman por el choque constante de pequeñas piedrecillas que se van achicando con el tiempo hasta formar granos. Las dunas se mueven lentamente con el viento, como olas; pero cuando hay una zona de encuentro de vientos forman una estrella que puede permanecer siglos en el mismo lugar y que sirve de señal para los nómades. También hay vida en esas arenas tan calientes: unos geckos (salamandra del Namib) que han adaptado sus patas para no hundirse en la arena, con membranas entre sus dedos; cuando están detenidos alzan alternativamente sus patas para enfriarlas al viento.

Otros pequeños lagartos han optado por "nadar" bajo la superficie de la arena, bastante más fría. Otros más han perdido sus patas para simplemente culebrear en la superficie. Estos animales se alimentan de insectos que detectan por las vibraciones producidas en la arena. A su vez, son cazados por otros animales, como eltopo dorado, un eximio nadador de arena, saliendo a la superficie únicamente para cazar.

El camello

Los nómades del desierto no podrían viajar por él sin el camello; no se conoce bien su origen, hay muy pocos camellos salvajes; sus pies se han desarrollado de tal forma que se expanden cada vez que se asientan, impidiendo así que el animal se hunda, sus fosas nasales tienen músculos capaces de cerrarlas en caso de tormenta de arena. Toda la superficie expuesta al sol es de una lana gruesa y aislante, mientras que por debajo está más o menos desnudo, para liberar calor.

Camello comiendo en el desiertoEl camello puede comer de plantas espinosas, almacena sus reservas en forma de grasa, pero como con las nalgas de algunas mujeres del desierto, se concentran en zonas donde es imposible refrigerar el cuerpo: la joroba en este caso, dejando el resto del cuerpo desengrasado para un mejor intercambio de calor; la grasa le permite vivir como siempre en un ayuno perfecto, pero su joroba se va desinflando. También pude viajar sin beber agua: la almacena en el estómago, pero también pueden convertir parte de su grasa en líquido: pueden así sobrevivir diez veces más que un hombre y cuatro más que un asno. De todos modos los camellos no podrían atravesar algunas zonas de arena sin la ayuda del hombre, que le ofrece el agua de algunos pozos.

Las pinturas rupestres demuestran que los desiertos son relativamente nuevos; muchas especies de cactus presentan las mismas flores que otras plantas de otras latitudes y el parentesco de muchos animales con otros de zonas más benignas nos dan a entender la asombrosa rapidez con que la vida a sabido adaptarse a situaciones tan inhóspitas como las del desierto.