La cultura cristiana medieval en la península ibérica

La cultura cristiana medieval en la península ibérica

Introducción

Tras la rápida conquista de los los musulmanes desde el año 711 del Reino Hispanovisigodo, ciertos núcleos de resistencia se resguardan en las montañas del norte (desde los Pirineos a los Picos de Europa).

Mapa de la reconquista cristiana

En ellos se inició hacia el año 718 el largo proceso llamado 'Reconquista cristiana', que no se completó hasta 1492. Fue un proceso tan complejo como la estructura política de la península durante ese dilatado período.

También hay que decir, que este proceso de la reconquista, además de largo y complejo, tuvo numerosas etapas de paz y en absoluto fue lineal.

Iglesia del Castillo de Calatrava la Nueva

Otro tópico que hay que matizar es el de que la Edad Media hispana se basó únicamente en las guerras unidireccionales entre"moros y cristianos" como enemigos irreconciliables. Sobre ello, hay que decir que en numerosos periodos tanto cristianos como musulmanes estuvieron ocupado en guerras civiles o entre facciones propias (reinos, taifas, etc.) y llegaron a aliarse entre ambos para el combate contra terceros. Así un caballero como el Cid, legendario ejemplo de las virtudes cristianas según el Cantar de Mio Cid, tuvo que combatir contra los también cristianos aragoneses para defender a los musulmanes de la Taifa de Zaragoza, en base a acuerdos de vasallaje de la época.

El Cid histórico combatio tanto contra musulmanes como contra cristianos

Otro de los preámbulos que hay que hacer para entender el proceso de la reconquista cristiana es que, en los primeros siglos sobre todo, las acciones guerreras se solían desarrollar sobre territorios poco poblados que rara vez suponían, por si solas, una conquista efectiva.

Para que la conquista se consolidase era necesario repoblar el territorio en cuestión. Éste era un proceso lento y arriesgado que alentaron los monarcas continuamente, pues la explotación agraria y ganadera del terreno, la reconstrucción de aldeas y villas (con las consiguientes murallas) era la única forma de que la población fuera un verdadero baluarte defensivo contra el enemigo fronterizo.

Siglo VIII

Del núcleo asturiano partió el primer movimiento de reconquista. Tras el liderazgo de Pelayo se originaría el germen del futuro reino astur. Uno de estos primeros reyes, Alfonso I,aunque llega en sus correrías hasta el Duero, renuncia a una conquista efectiva por falta de elementos humanos suficientes para la tarea de repoblación. Por ello decide llevarse a los cristianos dispersos en este territorio del norte de la Cuenca del Duero para concentrarlos en los valles y montañas de Asturias, por lo que la zona quedó como tierra de nadie.

Estatua de Don Pelayo en el Jardín de los reyes caudillos de Oviedo

Con el tiempo, el incipiente Reino de Asturias legitimará su interés por la reconquista en la recuperación del antiguo Reino Hispanovisigodo.

En Aragón, la reconquista se inició en Jaca. Según la tradición, el conde Aznar derrotó a los musulmanes el año 760 en el legendario monte Oroel. En el mismo siglo, los navarros empezaron a atacar igualmente a los invasores.

Siglos IX y X

La frontera del Duero

Estos dos siglos fueron los que vieron a los incipientes reinos cristianos del norte avanzar de manera intermitente llegando a situar la frontera en el Río Duero.

Ya en el año 814, los cristianos pasaron de las montañas cántabras a las castellanas.

A Brañosera (Palencia) se le dio en 824 la primera carta de repoblación hasta hoy conocida; por eso es el más antiguo municipio español. Por entonces, la ocupación de las tierras se hacía mediante "presura", título con el que se adquiría legítimamente.

Ciudades como Zamora y Simancas son repobladas a orillas del Duero.

Castillo de Zamora

Ante la osadía cristiana que cada vez presionaba con más fuerza, reaccionó el califa Abderramán III desde Córdoba lanzando un gran ejército en 939 pero fue derrotado en Simancas por Ramiro II de León, aliado con el conde castellano Fernán González y la reina navarra doña Toda.

Castilla

Al este del Reino Astur y de León se había creado una serie de condados fronterizos, unificados en el condado de Castilla que va a ser protagonista en gran medida de la Reconquista de ese siglo X y de los siguientes.

Iglesia visigoda de San Vicente del valle, en su espectacular escenario paisajístico. Sierra de la Demanda, Burgos

Para asegurar estas tierras fronterizas, los cristianos habían ido levantando fortalezas por doquier. Tales fortalezas defendían los pasos montañosos o los ríos. Entre el Ebro y el Duero fueron tan numerosas que la antigua Vardulia cambió su nombre por el de Castilla, tierra de castillos.

El espíritu guerrero y de libertad de estas gentes, unido al ámbito más abrupto del territorio que defendían (Merindades de Burgos, Sierra de la Demanda, etc.) les erigió en una gran oposición a las acometidas musulmanas.

Monumento a Fernán Ginzález en Barbadillo del Mercado, Burgos

Almanzor

La segunda mitad del siglo X estuvo dominada por la figura del "Victorioso por Alá", Almanzor, hachib o primer ministro del Califa Hixam II. Asoló toda el norte de la Península de este a oeste en sus incursiones de saqueo. Las campañas más célebres e importantes se pueden resumir en:

  • 985: Barcelona
  • 987: Coimbra
  • 988: Zamora, León y Astorga
  • 997: Santiago de Compostela
  • 1002: San Millán de la Cogolla

Los saqueos de Almanzor, además de para reprimir al enemigo infiel (guerra santa) servían para capturar esclavos que fortaleciesen el músculo constructor y económico del ya grandioso Califato de Córdoba. Sin embargo dichos ataques, aunque desbarataron parte de la repoblación fronteriza y debilitaron a los estados cristianos, no tuvieron repercusión duradera pues Almanzor no tuvo interés de establecerse en aquellos territorios. Fueron campañas de castigo y saqueo pero sin interés por "quedarse".

Calatañazor fue el azote de los cristianos, pero no logró desbaratar su impulso de reconquista

Siglo XI

En 1002, tras la destrucción de uno de los grandes símbolos cristianos de la Alta Edad Media, el Monasterio riojano de San Millán de la Cogolla, Almanzor muere en su vuelta a Córdoba y fue enterrado en Medinaceli.

Con la muerte de Almanzor, el Califato se debilita por la pérdida de centralización del poder (había desprestigio la autoridad de los califas) y termina deshaciéndose en los pequeños Reinos de Taifas.

Sancho el Mayor

Durante este periodo los cristianos del norte se recuperan. En esta época reinaba en Navarra, Sancho III el Mayor (1005-1035), que ensanchó sus dominios, si bien no siempre a costa de los musulmanes, y dio origen a dos nuevos reinos, el de Aragón y el de Castilla.

En efecto, Sancho el Mayor repartió su territorio entre sus hijos. Fernando, conde de Castilla, se convirtió en rey, el primero de Castilla y, en seguida, también de León (1035-1065). García de Nájera (1035-1054) sería el rey de Pamplona; de Sobrarbe y Ribagorza lo fue Gonzalo (1035-1045). Ramiro I subió al trono de Aragón (1035-1063). Del lado más oriental de la península, aún estaba Ramón Berenguer I el Viejo (1035-1076), conde de Barcelona y de Gerona, además de sus hermanos que gobernaban en otros territorios. Un mosaico, pues, de estados de mayor o menor extensión e importancia política, todos empeñados, más o menos intensamente, en la labor reconquistadora.

La Conquista de Toledo y los almorávides

Alfonso VI conquista Toledo en 1085 convirtiéndose en el rey de las tres religiones.

Los musulmanes que quisiesen permanecer en la ciudad podían hacerlo. Incrementarían el número de los mudejares, los musulmanes que, viviendo entre cristianos, seguían conservando su religión, sus costumbres e incluso sus autoridades, bajo la suprema del monarca cristiano. Lo mismo, sólo que a la inversa, que los mozárabes, es decir, los cristianos que habitaban en territorio musulmán.

La conquista de la gran urbe toledana tuvo importantísimos ecos en toda la política hispana.

Por su parte, para Castilla y León suponía el prestigio de pisar triunfalmente la vieja ciudad que había sido capital del reino Visigodo, desbaratado hacía siglos.

Puerta Antigua de la Bisagra, por la que entró Alfonso VI en la ciudad de Toledo en 1085

Para el resto de los reyes de Taifas la noticia fue devastadora. Y es que, hasta ahora, la reconquista y repoblación cristiana se había realizado sobre territorios poco poblados y de escaso interés político y económico para los musulmanes. Se trataba de zonas mesetarias o montañosas, de clima frío y poca fertilidad agrícola.

Sin embargo, Toledo era una ciudad importantísima de Al-Andalus, cabeza de una taifa de gran extensión en el centro peninsular.

Es por ello que el resto de los reyes musulmanes, atemorizados, llamaron en su ayuda al príncipe almorávide Yúsuf, que desembarcó en Algeciras.

Qubbat Barudiyin de Marrakech, monumento almorávide

El enfrentamiento con Alfonso VI no se hizo esperar. La batalla se libró en Sagrajas (1086) y vencieron los africanos.

Los almorávides eran un pueblo berebere de gran austeridad y religiosidad y con una bravura guerrera sin igual.

De hecho, durante los años siguientes las victorias africanas se suceden. El propio hijo del Cid Campeador, Diego, pereció en la batalla de Consuegra ante los musulmanes. También perdería poco después un hijo el propio rey Alfonso VI, Sancho, niño de once años en la batalla de Uclés. Así se lamentaba el rey:

"¡Ay, meu filio! ¡ Ay, meu filio! Alegría de mío coracon, lume de os olios, solaz de mia vellez... ¡Ay, meu filio, espello en que yo me solía ver!"

Sólo algunos pocos hechos de armas sonríen a los cristianos en esos años, como la efímera conquista de Valencia por parte del Cid, que luego de su muerte se perderá hasta la conquista definitiva, siglo y medio después, de Jaime el Conquistador.

Escena de la Reconquista en una de las puertas de la catedral de la Almudena de Madrid

Siglo XII

A medida que los almorávides van perdiendo fuerza en España, Aragón comienza su imparable labor reconquistadora.

En 1118, Alfonso I el Batallador (1104-1134), rey aragonés, conquistó Zaragoza, otra de las grandes urbes musulmanas.

Esto le abrió las puertas de otras ciudades ribereñas del Ebro, como Tudela (1119). Logró también Tarazona y llegó por el sur hasta casi Teruel (1128).

Alfonso el Batallador

De 1125 a 1126 llevó a cabo una épica incursión por Andalucía (llegó hasta Motril y Málaga), que no tuvo, sin embargo, ningún resultado práctico apreciable. También intentó conquistar las tierras del Cinca, pero falleció a causa de unas heridas recibidas en el cerco de Fraga.

Los almohades 

Los almorávides serán sustituidos en Al-Andalus por otro pueblo norteafricano: los almohades que entran en la península a mediados de siglo XII.

Iglesia del castillo de Calatrava la Nueva

Esta nueva oleada de gentes africanas tuvo de nuevo éxito y gran parte de la España musulmana quedó en su poder. A mediados del siglo XII, el territorio ibérico estaba dividido entre los almorávides asentados en las islas Baleares, y los almohades en Andalucía, Extremadura y parte de Portugal, por un lado. Del otro, el reino musulmán de Murcia y Valencia. Y finalmente los estados cristianos, que eran los reinos de Galicia, León, Castilla y Toledo, Navarra, Aragón, los condados catalanes con el de Barcelona al frente, y el del reino de Portugal, formado hacía poco.

Castillo de Calatrava la Vieja

La también combativa personalidad de los almohades va ser contrarrestada en la segunda mitad de la centuria por las órdenes militares cristianas formadas por belicosos monjes guerreros (especialmente las españolas órdenes de Calatrava, Alcántara y Santiago, más las extranjeras del Temple y San Juan).

La frontera efectiva que siglos atrás estaba en el Duero, y más tarde en el Tajo, en la segunda mitad del siglo XII se ha desplazado al Guadiana. Son las tierras de la actual provincia de Ciudad Real, las que ven todo tipo de hechos de armas. De estos tiempos nos han quedado las ruinas de los castillos de Calatrava la Vieja, Salvatierra o el inmenso complejo de Calatrava la Nueva.

Alarcos y las Navas de Tolosa

Lugar donde se desarrolló la batalla de AlarcosAlfonso VIII de Castilla (1158-1214) logró la conquista de Cuenca en 1177 con la ayuda del aragonés Alfonso II (1162-1196), vasallo suyo hasta entonces, pues el castellano le libró, en recompensa, de este vasallaje.

Los dos monarcas, en buenas relaciones y deseosos de seguir con éxito la Reconquista, firmaron el Tratado de Cazorla (1179), que fijaba los límites de los territorios a reconquistar por cada uno de ellos. Bajo un sol abrasador, en julio de 1195, las fuerzas de Alfonso VIII sucumbieron en las cercanías del actual Ciudad Real, en Alarcos, entre las tropas almohades del sultán Almansur Yakub. El monarca castellano no había querido esperar a que llegase el leonés Fernando II, que venía en su auxilio (desde 1157 hasta 1230 León y Castilla estuvieron separados).

Restos del castillo de  Alfonso VIII. Alarcos

Pocos años después, la victoria cayo del lado contrario. Se trata de la famosa batalla de las Navas de Tolosa (Jaén) en 1212. Esta derrota almohade, en conjunción con la crisis política que se genera y las revueltas internas y del norte de África acabará en poco tiempo con su hegemonía.

Monumento a la batalla de las Navas de Tolosa en Jaén

Esta situación será óptimamente aprovechada por Fernando III (rey de León y Castilla) y Jaime el Conquistador de Aragón.

Por su parte, Fernando entra victorioso primero en Córdoba y más tarde en Sevilla. Prácticamente toda la Andalucía septentrional había caído en manos castellanoleonesas.

Sus sucesores rematarían esta empresa con conquistas parciales: Alfonso X (Jerez, Cádiz, Murcia), Sancho IV el Bravo (Tarifa), Fernando IV el Emplazado (Gibraltar)

Siglo XIV

Durante el siglo XIV la reconquista cristiana apenas avanza. Las razones son múltiples, pero la más aceptada es el enorme esfuerzo que se había realizado durante el siglo anterior. Las actuales Extremadura, gran parte de Andalucía y el litoral valenciano y murciano con las Baleares habían sido conquistados en unas pocas décadas.

Para la Corona de Castilla, que se quedó con la mayoría del territorio tomado a los moros, el esfuerzo organizador y repoblador fue inmenso. Para Aragón, que por los distintos tratados terminó su conquista pronto, dirigió su atención hacia otros territorios del Mediterráneo.

Iglesia fortaleza de Montalbán, construida por la Guerra de los Dos Pedros entre Castilla y Aragón

Si a ello le añadimos la crisis del siglo XIV tanto a nivel internacional (Guerra de los Cien Años, Peste Negra...) y a nivel interno (Guerra civil en Castilla, Guerra de los Dos Pedros) es fácil entender que el único reducto musulmán, el reino Nazarí de Granada quedase a salvo durante dos siglos.

Por ello, lo más reseñable de esta centuria fue la defensa que castellanos y portugueses realizaron de una nueva oleada africana, que como bereberes, almorávides y almohades habían fijado su atención en la Península.

En esta caso se trataba de los "benimerines" (nombre castellanizado que reciben los Banu Marin) y la batalla en que fueron detenidos fue la del Salado, cerca del Guadalete (1340) en tiempos del rey Alfonso XI el Justiciero (1312-1350).

Siglo XV

Sólo quedaba Granada, una legendaria región, una tierra hermosa evocadora de romances. Alhama, a medio camino entre Málaga -que se reconquistará en 1487- y Granada, se tomó en 1482. Y Alora, "la bien cercada" en 1484. La ciudad de Granada cayó, al fin, en 1492.