La crisis del papado

La crisis del papado

Los eventos en curso reflejan el hecho que la Iglesia Católica experimenta hoy en día una profunda crisis.  Ha fracasado al enfrentarse al proceso de descristianización que se extiende por toda la sociedad occidental.  En realidad, se trata del colapso de la misma institución del Papado.  En general, la renuncia de un papa es noticia destacada, pero esta vez ha sido tomada con calma por el mundo, ha sido asumida como una renuncia ordinaria, cosa que socava aun más la imagen del Papa en cuanto a “Representante de Dios en la Tierra”, luego de algunos escándalos sumamente mundanos y terrestres que han estremecido al Vaticano.  Aun así, se trata de un evento extraordinario.  La dura contienda continua al interior de la ciudad-estado.  La crisis misma es consecuencia de una presión extremadamente fuerte sobre la Santa Sede.  La meta es limitar la influencia del Papa como promotor de la teoría de un “nuevo orden mundial”.  En realidad, últimamente él ha estado dedicado a eso ya sea promoviendo el establecimiento de un “poder político universal” o apoyando golpes de estado en África del Norte.

A diferencia de otros estados, el poder en el Vaticano es de carácter sacro, se trata de una monarquía teocrática absoluta. El Papa retiene todo el control como obispo romano, como clérigo seglar y la soberanía de la Ciudad-Estado del Vaticano.  No resulta fácil limitar sus poderes.  Actualmente estamos presenciando una repetición del mismo esquema empleado para destituir a la Santa Sede del poder temporal el año 1870.  En esos días, se montó un tinglado que pareciera como si el Papa había sido derribado por un ejército italiano revolucionario.  La idea consistía en transferir el Vaticano y sus tierras a los nuevos gobernantes de Italia, además de las deudas que sumaban en este entonces 30 millones de escudos (divisa del Estado Papal hasta 1866).  El Papa no le había cancelado a la familia Rothschild la suma mencionada.  No es posible hacer que el Papa vaya a la quiebra de manera que se inventó un plan para la restructuración de la deuda con el objeto de saciar a los lobos (los Rothschilds) y las ovejas (el Papa y su séquito) quedaran intactas solo con su lana trasquilada.  La pérdida del poder temporal fue compensada.

En el año 1870 el Primer Concilio Vaticano proclamó el dogma de la infalibilidad del Papa para aquellas instancias en que el Papa definiera con autoridad una solemne declaración sobre la fe o la moral.  Actualmente, la soberanía del Papa es cuestionada una vez más.

El único pero es que la inclusión del Papa en el “nuevo orden mundial” en la práctica significa poner el  dinero del Vaticano bajo el control total de la mafia bancaria mundial.  Es decir, esto golpearía la más íntima e intocable estructura de la Santa Sede – el Banco del Vaticano, el cual es el banco del Papa y no una institución financiera del estado del Vaticano; el Papa es el único accionista y lo controla totalmente a través de una comisión supervisora formada por cinco cardenales.

El Papa Benedicto XVI ha estado bajo una presión sin precedentes en los últimos tres años.  El periodista italiano Gianluigi Nuzzi tocó un punto neurálgico al publicar en el 2010 su libro titulado “Vaticano S.p.A.” producto de una investigación sobre las prácticas bancarias del Vaticano.  Posteriormente el banco fue objeto de un duro castigo y parte de sus activos fueron congelados.

En esos días se inició una demanda criminal contra el presidente del banco, Gotti Tedeschi.  En ese entonces al banco se le aplicó una multa.  Posteriormente, la Santa Sede dio un violento giro y la transparencia financiera pareció ser la consigna del día.  El Vaticano inició una campaña para ser incluido en la “lista blanca” de la Financial Action Task Force, FATF (Fuerza de Tarea de Acción Financiera) adoptando una ley contra el lavado de dinero y solicitó a MONEYVAL (Consejo Europeo de Acción Contra el Lavado de Dinero y el Financiamiento del Terrorismo) que reconociera al banco como la única organización que cumplía con las normas internacionales.

Las medidas que se tomaron no fueron suficientes, la presión aumentó.  La publicación del libro titulado “Su Santidad: Los Documentos Secretos de Benedicto XVI” (Sua Santità. Le carte segrete di Benedetto XVI) publicado por el periodista italiano Gianluigi Nuzzi, coronó el escándalo.  Salió al público en el mes de mayo del 2012 y describe al Vaticano como corrupto, lleno de hostilidades, de celos, intrigas y luchas sectarias subterráneas.  El libro demostró que el Papa es vulnerable a las presiones ejercidas por fuerzas exteriores.

Nadie precisó de qué fuerzas se trataba.  En todo caso, alguien reparó en el hecho que el aumento de la presión sobre el Papa coincidía con un evento notable: el día 30 de Mayo del 2012 los Rothschilds y los Rockefellers llegaron a un acuerdo de fusionar los activos de sus compañías

El Rothschild Investment Trust Capitalist Partner, RITCP adquirió un gran paquete accionario de la Rockefeller Financial Services, FRS la cual representa en los negocios a los Rockefellers y a las familias más ricas de Estados Unidos.

El comité de expertos financieros MONEYVAL respaldado por el Consejo de Europa, compuesto por 47 países, en su informe de 241 páginas de julio del 2012 advirtió que los fiscales de la Santa Sede carecían de autoridad para supervisar cuánto dinero circula a través de la Ciudad del Vaticano.  En enero del 2012 el Banco Central de Italia bloqueó todos los pagos electrónicos en el Vaticano y las tarjetas de débito y crédito dejaron de ser aceptadas.  A todos los bancos italianos se les prohibió operar en el territorio del Vaticano “debido a que este no cumple con las normas vigentes de la Unión Europea sobre la vigilancia bancaria.” La presión ha ido aumentando de manera que resulta lógico suponer que la razón detrás de la declarada renuncia de Benedicto XVI radica en la imposibilidad de continuar maniobrando.

Todo esto se ha vuelto muy peligroso: los veteranos del Vaticano todavía recuerdan el triste destino del Papa Juan Pablo I quien lanzó  la reforma de las estructuras financieras y murió a los 33 días luego de su elección al Papado.

Es curioso que la última decisión importante antes de su renuncia, estuviera relacionada con el Banco del Vaticano; el cargo de presidente había estado vacante desde el mes de mayo del 2012.  El 16 de febrero recién pasado, Ernst von Freyberg, abogado y financista alemán, especialista en fusiones fue nombrado presidente del banco.  Lo que es notorio es el hecho que von Freyberg es un Caballero de Malta.  La Orden de los Caballeros de Malta es aun más influyente que el Opus Dei y es formalmente conocida como La Prelatura de la Santa Cruz a la cual pertenecía el ex presidente del banco, Gotti Tedeschi.  Esta orden es una agrupación más bien cerrada que une a la nobleza occidental; también es una suerte de club internacional de negocios que ejerce considerable influencia en la política mundial.  El nombramiento de Ernst von Freyberg puede considerarse como un paso más en la vía de la transferencia del sistema financiero del Vaticano hacia el control de los clanes financieros mundiales.  Resulta interesante saber que Benedicto XVI nunca vio al nuevo director del banco.  Su postulación fue una elección hecha por Spencer & Stuart, una firma consultora de búsqueda de ejecutivos con base en Chicago.  A esta agencia la denominan “cazadora de cabezas.”

 

Aunque Benedicto XVI trató de mantenerse al día con los tiempos y cumplir con los requisitos de la globalización, no obstante facilitara un mayor acercamiento entre el Catolicismo y el Judaísmo, él sigue –a los ojos de los muchos que pertenecen a los poderes establecidos --atascado en el barro.  Sus opiniones conservadoras y su adhesión a valores tradicionales no coinciden con la estrategia de las elites globales.  El nuevo Papa tendrá que realizar mayores esfuerzos para ser lo suficientemente “tolerante” para aquellos que están acostumbrados a hablar por la comunidad mundial.  El nuevo pontífice tendrá que estar en la “línea moderna.”